Las mañas del amor

LAS MAÑAS DEL AMOR: FLORENCIA PINAR

Isabel Navas Ocaña
Universidad de Almería


Apenas siete canciones, todas de temática amorosa, le han valido a Florencia Pinar el honor de ser considerada una de las voces femeninas más relevantes de la literatura medieval castellana. Estas canciones tienen la singularidad de mostrar a una mujer que sufre por amor frente a la imagen tópica de la dama fría y cruel propia de la poesía cancioneril, como se puede apreciar en «El amor ha tales mañas» y en «Destas aves su nación»1, quizás los dos poemas más célebres de Pinar, o al menos los que han generado más controversia en la crítica. La interpretación que el ilustre medievalista Alan D. Deyermond hizo de ellos en 1978 ha sido hasta la fecha la más influyente y también la más contestada por algunos sectores del feminismo. Deyermond recurre a la imagen de la perdiz atormentada por el deseo sexual, frecuente en los bestiarios medievales, para hablar de la sexualidad reprimida de Pinar, y corrobora esta idea con la explicación de la imagen del gusano, presente en «El amor ha tales mañas», como un símbolo fálico2. Poco tiempo después, y de acuerdo con la línea interpretativa abierta por Deyermond, Keith Whinnon refutará uno de los tópicos más extendidos sobre la lírica cancioneril: el carácter platónico del amor cortés. Para Whinnom, se trata en contrapartida de una «poesía cargada de un velado y ambiguo erotismo», como prueban los textos de Florencia Pinar y también los de Diego de San Pedro, otro señero representante del género3. Ahora bien, a diferencia de lo que sucede habitualmente en los poetas varones, en las canciones de Florencia Pinar no se elogia al amado ni el amor es exaltado, sino que causa enfermedad y muerte. Y además, frente a la abstracción de la poesía cancioneril masculina, la imaginería relacionada con animales que utiliza Pinar es extraordinariamente concreta y gráfica. Joseph Snow, que es quien defiende este punto de vista, enfatiza así la capacidad de subversión de las convenciones poéticas de su tiempo, y pone de manifiesto la contribución única de Florencia Pinar a la lírica medieval hispánica4.

Pero las tesis de Deyermond, Whinnon y Snow tuvieron también muy pronto detractores. Los primeros que las rebatieron fueron Kate Flores y Ángel Flores, para quienes las perdices no son el símbolo de un deseo sexual reprimido sino de un reprimido deseo de libertad5. Da comienzo así una intensa ofensiva por parte de la crítica feminista, ofensiva que tiene como protagonistas a Bárbara Fulks y Constance L. Wilkins6. Las dos coinciden con los Flores en explicar la imagen de las perdices cautivas como una alegoría de la falta de libertad femenina. Y además las dos se desmarcan de la interpretación del gusano como símbolo fálico. El gusano simplemente encarnaría el amor entendido como una fuerza devastadora que debe ser evitada. Prevenir a otras mujeres contra la naturaleza engañosa y dañina del amor es, según Fulks y Wilkins, el principal objetivo de Florencia Pinar. Poco tiempo después, Louise Mirrer se replantea desde un punto de vista feminista el significado sexual de las perdices y acepta por fin la posibilidad de que Pinar las utilice para expresar su deseo. Ahora bien, «si el poema verdaderamente trata del deseo sexual de la mujer, como sugiere Deyermond, no es sin duda el mismo concepto de deseo femenino tratado en la literatura amorosa creada por hombres y comprendido en la transparentemente masculinista ilustración del bestiario de cómo las perdices hembras obtienen satisfacción sexual», sino que en este poema «la mujer (…) quiere ser el sujeto deseante»7. De esta forma, Mirrer consigue adaptar a los intereses del feminismo la controvertida interpretación de Deyermond.

Sea como fuere, los dos poemas que siguen, «El amor ha tales mañas» y «Destas aves su nación», han convertido a Florencia Pinar en una de las poetas más interesantes de la lírica medieval castellana, gracias sobre todo a una muy peculiar manera de definir el amor, de mostrar sus mañas, sus prisiones:


Ell amor ha tales mañas
que quien no se guarda dellas,
si se l’entra en las entrañas,
no puede salir sin ellas
.

Ell amor es un gusano,
bien mirada su figura:
es un cáncer de natura
que come todo lo sano.
Por sus burlas, por sus sañas,
dél se dan tales querellas
que, si entra en las entrañas,
no puede salir sin ellas
.



Destas aves su nación
es contar con alegría,
y de vellas en prisión
siento yo grave pasión,
sin sentir nadie a mía
.
Ellas lloran que se vieron
sin temor de ser cativas,
y a quien eran más esquivas
esos mismos las prendieron.
Sus nombres mi vida son
que va perdiendo alegría,
y de vellas en prisión
siento yo grave pasión,
sin sentir nadie a mía
.8


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1 Mary K. Mosley, Women in Fifteenth Century Cancioneros, University of Missouri-Columbia, Tesis Doctoral, Ann Arbor, Michigan, 1977, p. 104.
2 Alan D. Deyermond, «The Worm and Pastridge: Reflections on the Poetry of Florencia Pinar», Mester, Universidad de California, Los Ángeles, VII, 1 y 2, 1978, pp. 3-8.
3 Keith Whinnon, La poesía amatoria cancioneril en la época de los Reyes Católicos, Durham, University of Durham, 1981, p. 88.
4 Joseph Snow, «The Spanish Love Poet Florencia Pinar», in Aa.Vv., Medieval Women Writers, editado por K. M. Wilson, Athens, University of Georgia Press, 1984, pp. 320-332.
5 Kate Flores y Ángel Flores incluyeron a Florencia Pinar en su antología Poesía feminista del mundo hispánico (México, siglo XXI, 1984, pp. 53-54), y en la versión inglesa de dicha antología, titulada The Defiant Muse. Hispanic Feminist Poems from the Middle Ages to the Present (New York: The Feminist Press at the City University of New York 1986, pp. 17-18). Es en esta versión inglesa donde rebaten las opiniones de Deyermond.
6 Barbara Fulks, «The Poet Named Florencia Pinar», La Corónica, University of Illinois, 18, 1, 1989, pp. 33-44. Constance L. Wilkins, «Las voces de Florencia Pinar», in AaVv., Studia Hispanica Medievalia II: III Jornadas de Literatura Española Medieval, coordinado por Rosa E. Penna y María A. Rosarossa, Buenos Aires, Universidad Católica de Argentina, Editorial Ergon, 1990, pp. 124-130.
7 Louise Mirrer, «Género, poder y lengua en los poemas de Florencia Pinar», Medievalia, México, nº 19, 1995, p. 12
8 El poema está precedido de la siguiente rúbrica: «Otra canción de la misma señora a unas perdices que le enviaron vivas».